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  1. https://gilmagamez.wordpress.com 8:38 pm el julio 2, 2011 Permalink | Responder | Editar
    La filósofa española Celia Amorós precisa las condiciones y las tareas del feminismo actual

    Filosofía
    Hacia la conquista de la paridad
    Mujeres y siglo XXI

    Desde pequeña le gustaba buscar las causas últimas de las cosas, como lo hacían los filósofos presocráticos al situar el origen de la realidad en el fuego o en el agua. Así es como Celia Amorós reconstituye su propio origen como filósofa.

    (Valencia, 1944) es autora, entre otros, del libro Hacia una crítica de la razón patriarcal

    Niña filósofa en el origen de su filosofía, fue feminista desde muy joven, pero no a través del esquema tradicional de la identificación con una madre oprimida.“Mi madre de oprimida no tenía nada”, dice con voz vehemente.

    Observar el contraste entre la autonomía de su madre, una mujer profesional de mucho carácter, y la existencia limitada al ámbito doméstico de sus tías, las hermanas de su padre, liberó en ella otra interrogación radical: la de saber cuál debe ser el destino de las mujeres.

    Celia Amorós nos recibe al teléfono desde su casa de campo, días antes de tomar un vuelo hacia Costa Rica, donde ofrecerá una conferencia mañana, lunes, en el Congreso de Géneros, Feminismos y Diversidades, organizado por el Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad Nacional.

    –Con Amelia Valcárcel, usted es una de las máximas representantes del feminismo de la igualdad en España, heredero del feminismo ilustrado del siglo XVIII. ¿Cómo contribuyó la Ilustración al feminismo?

    –La Ilustración lo permitió porque problematizó la estructura de la sociedad. Cuestionó la sociedad estamental y su jerarquía, y sustituyó esos estamentos por concepciones universalizadoras. “Individuo”, “ciudadano”, “sujeto”, eran abstracciones polémicas, como lo era el concepto de ciudadanía en relación con la división de estamentos existente.

    ”A efectos de ser ciudadano, se proponía irracionalizar –hacer ver como irracional– la compartimentalización estamental de la sociedad. Las mujeres resignificaron el lenguaje con el que los revolucionarios interpelaban al Antiguo Régimen estamental.

    ”Así, a los maridos los llamarán “aristócratas” en sus hogares. Elaborarán su propia experiencia con los mismos términos denostativos que usaban los revolucionarios. Decían:

    “Al no dejarnos ingresar en la ciudadanía, hacéis de nosotras un Tercer Estado dentro del Tercer Estado”; “Sois el sexo privilegiado”, y la palabra ‘privilegiado’ era un término denostativo.

    ”Es lógico que el feminismo aparezca en las ilustraciones puesto que es el cuestionamiento más radical de la estructura social y simbólica de la sociedad, y aparece en las ocasiones en las que esta es puesta en cuestión”.

    –En 1987, bajo su dirección, se organizó el Seminario Feminismo e Ilustración en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Cuáles fueron las reacciones?

    –Muy curiosas. Cuando lo propuse a los alumnos, entre el alumnado masculino hubo sonrisitas maliciosas, como “Esta profesora loca, ¿qué nos propone?”. Al principio solo se matricularon algunas chicas; luego, el seminario se fue prestigiando y vino a él el mejor alumnado masculino. Por desgracia, las cosas son así: como el prestigio está del lado de lo masculino, cuando los varones se interesan por algo, prestigian precisamente aquello en lo que se introducen.

    ”Mis colegas exhibían una sonrisita paternal; decían: “¡Ay, Celia! ¡Ya tienes el aquelarre de los jueves!”. Es que los varones, a las reuniones que son de mujeres, les tienen mucha prevención: o son aquelarres de brujas –en el lado de lo sobrenatural– o están en el lado de lo animal. Los ingleses dicen: “Una reunión de mujeres es una reunión de gallinas”.

    ”Recuerdo haber estado en mi juventud con un grupo de unas 15 chicas y acercarse un par de chicos y decirnos: “¡Estáis muy solitas!”. Es esa la actitud ante la reunión de mujeres o liderada por mujeres”.

    –En el feminismo se distinguen varias etapas: la lucha por el acceso a la ciudadanía en el siglo XVIII; en el siglo XX, la reivindicación del derecho al sufragio para las mujeres; en los años 70, las manifestaciones por los derechos sexuales y reproductivos, con la crítica al androcentrismo y la introducción del concepto de ‘patriarcado’. ¿Qué ha aportado este concepto?

    –El concepto de patriarcado permite entender la realidad social. Independientemente del feminismo, la realidad social no se entiende si no se entienden las estructuras patriarcales, los “pactos patriarcales”: el sistema de poder simbólico y real a través del que la masculinidad se constituye como un sistema de prestigio.

    ”Los varones se relacionan entre sí de una manera tal que no pueden dejar el aparecer como “lo prestigioso” y, por tanto, desprestigiando a las mujeres de manera siste-mática, jerarquizando los sexos, real y simbólicamente.

    “No se entiende la sociedad en la que se vive si no se entiende ese mecanismo por el cual la masculinidad se autoinstituye en sistema de prestigio”.

    –En España y en América Latina, mueren muchas mujeres a manos de sus parejas o exparejas. ¿Es la misma violencia de siempre o tiene hoy características y causas diferentes?

    –Tiene causas muy diversas. En primer lugar, por lo que respecta a América Latina, hay que distinguir los casos de asesinato de las mujeres por parte de su pareja, de los casos de asesinatos como los de Ciudad Juárez, en México.

    ”Son consecuencia de lo que se llama “asesinatos de orgía” en los ranchos de los mafiosos, que celebran sus orgías teniendo como sus “platos exquisitos” el ritual de violación colectiva de las víctimas, tortura, muerte por estrangulación; un ritual verdaderamente macabro y que no se puede decir que tenga la misma lógica que la muerte a manos de la pareja.

    ”La lógica de la muerte a manos de la pareja es la de “la maté porque era mía”. Yo he desarrollado esto en un libro, Mujeres e imaginarios de la globalización. He analizado los feminicidios de Ciudad Juárez en relación con el “imaginario libertino”, un imaginario que se despega de la idea de contrato social –es decir, de que las mujeres se reparten ordenadamente entre los varones– y considera que las mujeres deben ser usufructuadas en común por todos. Este sería el imaginario libertino.

    ”En Ciudad Juárez, al estar en crisis el contrato social, al haber un Estado fallido, el contrato sexual está en crisis; entonces aflora el imaginario libertino, para el que “todas las mujeres son de todos” –pero de una manera no estable, sino momentánea–.

    ”De ese modo, los mafiosos se invisten del imaginario libertino, de un imaginario que se remontaría al marqués de Sade, quien decía: “Franceses, un esfuerzo todavía para ser republicanos”.

    ”Es decir, no hemos matado a un rey para caer luego en la mentecatez de la monogamia de Rousseau. Si hemos matado a un rey, es para radicalizar también la relación con las mujeres, en el sentido del libertinaje: todas las mujeres son para todos, mas no en relación de propiedad –porque eso no sería propio de un ser libre–, pero sí deben ser accesibles a todos de modo momentáneo. Creo que esa ideología libertina está en la base de los crímenes enigmáticos de Ciudad Juárez”.

    –Siguiendo con el tema del contrato sexual: ¿qué apreciación hace usted de algunos casos recientes: Dominique Strauss-Kahn, acusado por agresión sexual, y Silvio Berlusconi, por prostitución de una menor de edad? A su vez, los grandes de Wall Street consumen prostitución como lo más banal del mundo. ¿Existe relación entre esos hombres de poder y la prostitución?

    –Sí, existe. Como dice Carol Pateman, el poder político tiene un vector patriarcal: en el imaginario patriarcal connota poder sobre las mujeres. El varón asocia inmediatamente tener poder a tener más acceso a las mujeres. Se hizo una encuesta con varones que habían dejado de estar en la política y se les preguntó: “¿En qué notáis más que ya no sois diputados (o lo que fuere)”. Respondían así, sic: “En que follo menos”. Así, tal cual.

    ”El sexo extra­“contrato social” –el sexo de la prostitución, el “sexo libertino”– está relacionado con las situaciones de poder no controladas. Es como si el Padre simbólico no tuviera que repartir el poder entre los hermanos ni, por tanto, las mujeres entre los hermanos; es como si fueran suyas en exclusiva.

    ”Entonces, al usufructuarlas, los hermanos deben pagar un tributo simbólico al Padre; deben pagar un sacrificio. El sacrificio que deben pagar para desagraviar al Padre es el sacrificio de la propia mujer porque, como ella es el objeto transaccional de los pactos entre los varones, cuando los pactos entre varones no se llevan a cabo en la forma normalizada del contrato social, se llevan a cabo a modo de “tributo sacrificial”: la mujer aparece de ese modo como una mediadora negativa entre el Padre simbólico y el libertino.

    ”El libertino no quiere ser esclavo del objeto de su deseo; quiere que su deseo sea soberano. La forma de que su deseo sea soberano es destrozar el propio objeto del deseo, por tortura metódica: sacrificarlo, que no tenga ningún valor. De esta manera autoinstituye la autonomía del deseo”.

    –En Francia se ha formulado el proyecto de penalizar a los clientes de la prostitución. Varias intelectuales francesas, como Elizabeth Badinter y la jurista Marcela Iacub, consideran esa medida como un “nuevo puritanismo”; según ellas, el Estado no debe impedirnos usar nuestros cuerpos como queramos. ¿Cuál es su posición al respecto?

    –Entre los contractualistas se ha discutido mucho el “contrato de servidumbre”, que uno pueda, con su propia libertad, enajenar su identidad o su cuerpo; pero es contradictorio que, si la sustancia del contrato es la libertad, por contrato se pacte la supresión de esa misma libertad con la que se realiza el contrato.

    ”Yo creo que habría que enfocar el tema de la prostitución desde la discusión del contrato de servidumbre”.

    –¿No puede ser la decisión de ejercer la prostitución una decisión libre?

    –Si la persona quiere, con su libertad, enajenar su libertad, ¿con qué libertad hace el pacto si enajena su propia libertad? No tiene con qué hacer el pacto. La prostitución es enajenar el propio cuerpo en una relación, a través de cambiarlo por dinero.

    –Usted ha denunciado que el “modelo neoliberal” ha afectado negativamente más a las mujeres que a los hombres. ¿Por qué se puede hablar de “feminización de la pobreza”?

    –Es un dato estadístico: dos tercios de los pobres en el mundo son mujeres porque las mujeres tienen una situación inferior en la sociedad, y es obvio que esto se reproduzca en el reparto del dinero. Si el reparto del poder es asimétrico, el reparto de la riqueza también lo es.

    –Mejorar la condición de las mujeres pasa por un cambio de modelo de desarrollo económico…

    – Por supuesto. ¡La supervivencia de la sociedad pasa ya por un cambio de modelo económico! Es una sociedad verdaderamente irracional, injusta y tremenda; y, para las mujeres, siempre algo más.

    –¿Hacia qué tipo de modelo económico deberíamos orientarnos?

    –A un modelo económico que intervenga el capitalismo financiero. Yo estaría de acuerdo con pedir reglamentaciones e impuestos para las transacciones financieras internacionales, por ejemplo, y estaría de acuerdo con que el capitalismo financiero estuviese regulado; que sea la política la que rija al capitalismo financiero, y no al revés.

    –¿Cuáles son las principales reivindicaciones del feminismo en el siglo XXI?

    –En el terreno político, una de ellas es la constitucionalización de la paridad en todos los niveles para que la paridad no dependa ya solo de un partido político. La sociedad está compuesta en un 50% por mujeres. Considerando esto, si el sistema por el cual se logra la representación política fuera meramente aleatorio, saldría como mínimo 60/40.

    ”Si no es así, es porque hay un sistema interruptivo que se llama ‘patriarcado’. A través de mecanismos muy analizados, el patriarcado estrecha los canales por los cuales la mujer puede llegar a la promoción política.

    ”Yo distingo entre cuotas y paridad. Las cuotas son un mecanismo de acción positiva que hubo que utilizar en determinado momento porque las mujeres estaban en inferioridad de condiciones, pero la situación ahora es completamente distinta. Desde el punto de vista de la educación exigible, las mujeres están en una situación igual o superior a los varones.

    –¿Por qué no ocurre la paridad?

    –Si no se da la paridad, hay que explicar qué es aquello que la interrumpe. La constitucionalización de la paridad consiste en que en la Constitución se especifique que en todos los órganos debería haber, al mínimo, una representación del 40% de uno de los sexos, y 60% como máximo.

    ”Por otra parte está lo que yo llamo el “sexo de la crisis” (financiera): la situación es tal, tanto para varones como para mujeres, que parece que el problema para las mujeres no sea específico. Yo creo que sí sigue siendo específico porque, por ejemplo, las mujeres han sido en mayor medida estafadas a través de los mecanismos crediticios de los bancos; son sobre todo mujeres analfabetas, mujeres afroamericanas… Son víctimas preferentes de las estafas a las que ha dado lugar el sistema que nos ha llevado a esta crisis.

    ”Luego, el trabajo de las mujeres sigue siendo considerado subsidiario, y es fundamental que se considere autónomo: que no caigan las mujeres en algo que llamo “la pinza patriarcal”; es decir, en el “impuesto reproductivo”, como dice la economista feminista Ingrid Palmer.

    ”En el ámbito de la familia, las mujeres deben proporcionar el impuesto reproductivo, y entran a la pata coja en el mercado de trabajo por esa razón. A su vez, por haber entrado en situación de inferioridad en el mercado de trabajo, tienen puestos inferiores, lo cual es un círculo vicioso porque merma su poder de negociación en la familia.

    ”De esa manera, las mujeres están en lo que yo llamo el “efecto ratonera” entre familia y trabajo, y mucho más en épocas de crisis porque las mujeres no nos hemos llevado nada bien con el sistema crediticio: no hay mujeres en Wall Street”.

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